Anarquía
El anarquismo supone la defensa radical y consecuente de la libertad. El anarquismo correctamente entendido es equivalente al liberalismo. La sociedad libre y ética es la basada en la propiedad privada y los contratos, donde ninguna persona o grupo de personas está legitimado para agredir a otros. La sociedad no tiene derecho a forzar a los individuos. El anarquismo implica la abolición de todas las formas de estado por innecesarias, peligrosas e indeseables. El estado es el gobierno coactivo y opresivo de unos sobre otros, la encarnación del principio de invasión en un individuo o grupo de individuos que actúan como representantes o amos de toda la población en un área dada. El estado es la causa común de la mayor parte de los problemas de la humanidad: guerras, campos de concentración, asesinatos, robos, explotación, pobreza, esclavitud, hambre, odio, ignorancia. Anarquismo no es sinónimo de caos, desorden o violencia. El anarquismo se opone al estado, a la violencia sistemática, y defiende el orden espontáneo que surge de las relaciones cooperativas pacíficas y voluntarias entre los seres humanos en la sociedad libre. Un estado impone un orden artificial, coactivo, simple y pobre sobre la sociedad. El orden autoritario de los estados es impuesto y creacionista. El orden liberal de la sociedad es espontáneo y evolucionista.
El anarquismo colectivista, socialista, comunista o sindicalista es una perversión del anarquismo que no reconoce o limita severamente los derechos de propiedad privada. Es un sistema irrealizable incompatible con la naturaleza humana, un modo de organización social primitivo e ineficiente que pretende organizar la producción en cooperativas, empresas propiedad de los trabajadores o comunas. La propiedad de los trabajadores sobre una empresa es ineficiente y muy arriesgada para los mismos. Si la producción está organizada en empresas propiedad de los trabajadores, esto implica que un trabajador sólo puede poseer acciones de su propia empresa, una estrategia de inversión peligrosa por la ausencia de diversificación. Si los trabajadores no pueden intercambiar acciones, se les está obligando a asumir riesgos innecesarios e indeseables. Si los trabajadores están muy comprometidos con la idea de la cooperativa, su mayor productividad puede compensar el riesgo. El error del anarcocomunismo es olvidar que siempre hay posesión de los bienes, y es necesario el derecho de propiedad para legitimarla.
Las personas tienen derecho a unir voluntariamente sus propiedades para formar comunas y cooperativas que adopten y exijan reglas de conducta a sus miembros, pero no pueden forzar a nadie a que se una a ellos. En una sociedad libre pueden coexistir las comunas, las cooperativas, las empresas propiedad de los trabajadores, y las empresas propiedad de accionistas, predominando las formas que mejor ajusten los deseos y capacidades de los seres humanos. Las desigualdades en todas las dimensiones, incluyendo los ingresos y la riqueza, son naturales y perfectamente legítimas mientras sean resultado de procesos no violentos. En la organización capitalista típica, el trabajador recibe un pago fijo por sus servicios, y los dueños de acciones de las empresas asumen riesgos, obtienen beneficios o pérdidas variables. El sistema capitalista de salarios desiguales, beneficios y pérdidas, rentas e intereses, es éticamente legítimo y necesario para el funcionamiento adecuado de la economía.
Los minarquistas son partidarios de un estado mínimo que se limite a proporcionar servicios de seguridad y arbitraje para proteger la propiedad privada: policía, defensa, legislación y justicia. Estos servicios mínimos son arbitrarios e imposibles de justificar éticamente. El mercado libre puede proporcionarlos de forma eficiente mediante empresas en libre competencia. Establecer una agencia monopolista que es la única que legalmente puede proveer estos servicios supone violar la propiedad privada y la libertad de contratación de los individuos. Es absurdo pretender que se puede proteger la propiedad privada violándola sistemáticamente.
Los individuos pueden suscribirse a agencias privadas de seguridad, las cuales pueden establecer formas no violentas de resolver disputas. Estas agencias tienen incentivos económicos para ser pacíficas y eficientes y respetar los derechos individuales. Si no se consiguen arbitrajes adecuados las disputas pueden transformarse en luchas destructivas perjudiciales para todos. Las empresas eficientes quieren en general desarrollar relaciones a largo plazo, y por lo tanto les interesa negociar de buena fe para asegurar su rentabilidad. Las firmas agresivas y menos respetuosas atraen clientes de alto riesgo, tienen costes muy altos y no son eficientes. Los individuos y las asociaciones racionales que persiguen su propio interés saben que la agresión es una actividad peligrosa y poco beneficiosa. La guerra es provocada más por el odio y la ignorancia que por el intento de obtener beneficios económicos.